materiales y construcción

Materiales y Construcción.

Como restaurador he trabajado para varios museos en Francia y en España, y he publicado estudios sobre importantes instrumentos históricos, en especial sobre dos de las tres vihuelas del siglo XVI que se conservan: la Chambure E.0748 del Musée de la Musique de París, y la vihuela Marianita de la Iglesia de la Compañía de Jesús en Quito, Ecuador.

materiales y construcción
Mi trabajo intenta respetar los métodos de construcción y los materiales empleados en la época en la que se construyó cada modelo. Cuando esto es imposible - por ejemplo instrumentos construidos con marfil o con maderas actualmente prohibidas, empleo materiales cercanos que también se usaban en la época.

En algunos casos dibujo a escala diferente ciertos instrumentos para adaptar sus medidas a la práctica moderna de la música antigua, en general esto consiste en una reducción de las longitudes de cuerda vibrante, por ejemplo en el caso de las tiorbas y las guitarras barrocas, que eran en general más grandes de las que se usan hoy en día. Por el mismo motivo las distancias entre las cuerdas en puentes y cejillas son generalmente mayores que las que encontramos en los instrumentos históricos, esto apunta a una práctica musical algo diferente a la actual.

Para los laúdes empleo moldes como los que empleaban los violeros antiguos.

Empleo cuerdas de tripa, de nylon y de carbono, así como cuerdas entorchadas de cobre y plata. Hoy en día es prácticamente imposible concebir un instrumento para un tipo determinado de cuerda, como ocurría en los siglos pasados, ya que los músicos actuales suelen emplear todo tipo de cuerdas disponibles. Sin embargo intento concebir instrumentos que puedan ser encordados con las cuerdas para los que fueron concebidos, y sonar satisfactoriamente.
Empleo tanto colas antiguas, como las de nervio, hueso, piel o pescado, todas estas usadas en caliente al baño maría, como cola de resina moderna Tite Bond, que presentan características similares.

Actualmente uso barniz al aceite, con tintes naturales, de tipo violín, aunque a veces empleo barnices a base alcohol, aplicados con muñequilla.

Para las tapas empleo una base de cola de nervio diluida y una capa final de cera mineral Renaissance Wax, empleada en los museos para protección de cuadros y otros objetos antiguos de madera y metal.

En las restauraciones empleo siempre las colas, barnices y materiales usados en la época.

Mi postura sobre las restauraciones es conservacionista. Aunque estoy de acuerdo con el argumento de que los instrumentos musicales han sido creados para hacer música, creo que esto siempre debe llevarse a cabo siempre y cuando el instrumento no sufra daños irreparables o bien que para ello haya que cambiar piezas estructurales, que alteren su naturaleza original. Una política de copias exactas de los instrumentos históricos me parece la adecuada en esos casos.

Los instrumentos antiguos, frágiles por definición, son libros abiertos para quien sabe leerlos, y las técnicas actuales de análisis y datación nos permiten extraer informaciones valiosísimas de su estudio, siempre y cuando no hayan sido alterados. Y ello sin prejuzgar lo que técnicas aún no inventadas podrán aportar.

Pongo por ejemplo el hecho de cambiar una tapa armónica por desgaste debido al uso, que ya era práctica frecuente en el siglo XVI. Esto nos priva de la extraordinaria información que la dendrocronología puede aportar: Datación del árbol y por ende fecha probable de su tala. Situación geográfica del bosque donde el árbol creció. Autenticidad del instrumento....

Todo ello perdido para siempre para un disfrute temporal de un instrumento que, en ningún caso, sonará ya como el original. En este sentido la existencia de museos de instrumentos es fundamental para la conservación y estudio de los instrumentos de música. Gracias a ellos podemos analizarlos, estudiarlos, copiarlos e incluso escucharlos, en condiciones óptimas de seguridad, preservando así su testimonio para las generaciones futuras.